Hace un año ya que Amazon anunció su campaña masiva para competir contra las grandes compañías de mensajería, como UPS o FedEx, en el reparto de los pedidos efectuados en su página web. Recordemos que Amazon, actualmente, sólo realiza el 26% de los envíos de sus ventas.
Desde entonces, Amazon ha anunciado grandes beneficios a colaboradores de distribución. Ha aumentado la plantilla de repartidores y ha invertido en medios de transporte de gran tamaño. Pero se encontró con un gran problema logístico: muchos de los territorios de distribución no contaban con una base de operaciones en la que clasificar los productos para su rápida entrega.
Amazon ya está iniciando la construcción de naves en las que se realizará esta tarea de manera permanente. Pero estas grandes naves necesitan tiempo, y Amazon carece de eso. Cada vez es más la gente que realiza las compras por Internet y espera recibirlas en un plazo no superior a 24 horas. Lo que para Amazon ha supuesto un aumento de los gastos en entrega, de los 16,2 billones de dólares en 2016 a los 27,7 billones en 2018.
Así que Amazon ha dicho basta.
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